La obra de Acacia  refleja todo aquello que le inquieta y le emociona: nace de la contemplación, la memoria, la sensibilización de los sentidos y de esa necesidad de transmitir y conectar con el espectador.

         En su trayectoria pictórica podemos observar ese constante aprendizaje en el perfeccionamiento de la técnica  artística, pero a su vez encontramos en su evolución artística un diálogo incesante con la pintura, que es la búsqueda de nuevos  conceptos. 

        Su estilo, siempre renovado y vital,  está marcado por el dibujo, por la sabiduría del trazo descriptivo y por la sensibilidad estética de las formas y los colores; y en esa misma línea su pintura explora otros lenguajes, innovando y combinando técnicas, temas, medios expresivos y plásticos, para conseguir una obra única, más rica en su contenido y cargada de sentido; y de eso se trata: la artista  busca superar la representación figurativa de la realidad para transmitir sus reflexiones también desde el lenguaje abstracto.. Ahí la línea descriptiva del dibujo se libera para transitar por los surcos sensoriales de la abstracción. Las formas y los colores se manifiestan a través de un doble juego espacial, logrando reconciliar dos conceptos de arte totalmente opuestos, acentuando el valor de uno y la fuerza expresiva del otro, mediante el trabajo meditado y la pincelada intuitiva. De esa dualidad nace el arte de Acacia: una pintura vibrante y sonora, visual y sugestiva, emotiva y serena y donde hay un componente permanente que es el mensaje. Sin duda su obra es la muestra de un mensaje muy personal que la define. 

 

                                                               Judith Cuba

                                                                Curator de Arte